03 enero 2009

Kafka

[Fragmento HA 2b,?]

Guillermo recordó una historia que había leído en las cartas que Kafka le escribía a Milena. Le vino a la cabeza pensando en todo aquello. Una historia de unión espontánea y repentina pérdida. A los veinte años Kafka estudió durante un verano Derecho Romano. Lo calificaba como algo repugnante. Además, hacía calor y era insoportable quedarse en la habitación. 
Frente a su casa había una tienda de confecciones. Mientras estudiaba veía a la vendedora desde la ventana, una chica joven, moviéndose o apoyándose con desgana en el mostrador. Pasó el tiempo y pronto ella también lo vio a él. No ocurrió nada. Se miraban cada día desde sus respectivos aburrimientos. Pero un día empezaron a entenderse por señas y él entendió que debía ir a buscarla a las ocho. A la hora señalada bajó y fue hacia la tienda. Al llegar vio que, incomprensiblemente, ella estaba ya con otro chico. Aún así la chica le hizo señas para que los siguiera. Fueron a un bar y Kafka se sentó en una mesa cercana y se quedó mirando a la parejita. Después el chico acompañó a la chica hasta su casa y Kafka, siguiendo las señales secretas de ella, se quedó en el otro lado de la calle esperando. Cuando el chico se fue ella volvió a salir de casa y se reunió con K. Fueron a un hotel barato. Se acostaron. Luego no volvieron a encontrarse nunca más. K. la evitó siempre que pudo y la declaró, textualmente, "su peor enemiga". Los motivos no quedan claros en la carta. 
Después, como quien habla del tiempo y no puede hacer nada para cambiarlo, con esa mezcla de desafección y cinismo, la conversación no llegó a ninguna parte y, de forma soprendentemente hábil, extrañamente ajena a su voluntad, terminaron hablando de otras cosas. Recordaron de pronto el viaje a Grecia, después hablaron otra vez de Sebald, o más bien habló Guillermo en forma de elegía final o breve poema recitado al oído, para seguidamente anunciar que se iba a la cama, el lecho, al ataúd, adiós; y Arturo se quedó allí sentado, en el sofá amarillo como un limón flotando en un cóctel o una piel tísica que se muere, junto a la ventana contra la que soplaba un viento firme, y pensando en cosas inconexas, impresiones oníricas, y con la vaga idea de que la fortuna debería favorecer más a los locos.



Summer '68 - Pink Floyd (Richard Wright memorial 1943-2008)

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