30 enero 2009

Suburban empty movie II

[Fragmento HA 2,?]
Escrito en "la Viena blanca", Badalona 30 de enero 

(viene de I)
- Soy peluquero
- ...
- Quiero decir, trabajo cortando el pelo.
- ¿Ah, sí? -Arturo no sabía qué hacía en ese taxi.
- Tú tienes el pelo raro -Halil miraba a Arturo hundiendo su cabeza en el pecho como una paloma dormida.
- ¿Raro?
- Sí, my friend, tiene forma de pirámide -un silencio, claxon de coches en la calle-. Te queda fatal.
¿My friend? Arturo no dijo nada. Halil se movió y se acercó hasta él, se sentó a su lado. El taxista los miró por el retrovisor y pensó que eran novios, o que podrían haberlo sido, o que estaban a punto de serlo.
- Oye -dijo Halil muy cerca de la cara de Arturo. La ciudad y sus edificios cambiaban tras la ventanilla- ¿Tú no tienes novia?
- No. 
- Pero te gustan las chicas, ¿no?
- Sí... supongo -de golpe sintió miedo, estaba nervioso.
- ¿Supones?
- Sí, sí, me gustan -giró la cabeza y miró por la ventanilla. Empezaba a atardecer. Se encendían las luces, los carteles publicitarios y los entermitentes en la plaza Taksim-. ¿Dónde estamos?
- En Taksim, el centro de Estambul -dijo Halil y Arturo se sintió más tranquilo, como si al estar en el centro las cosas significaran algo, tranquilidad, paz, cúspide-. ¿Entonces no tienes novia?
- No.
- A mí me gustan mucho las mujeres.
- ...
- Su culo -rió con fuerza, sus arrugas crecieron hasta el pecho, se hicieron profundas como surcos; o quizá fueran cicatrices del genocidio Armenio. Se puso serio-. Estamos llegando.
- ¿Dónde estamos yendo?
- ¡A mi bar favorito de Estambul! -y Arturo imaginó una gran puerta que se abría, una alfombra de terciopelo rojo, conversaciones íntimas, fotografías de las estrellas del cine turco de los años 80. El taxi se detuvo. My frien, hemos llegado, pero ya no tenía sentido estar allí, Halil era esquivo, su conversación abrupta y violenta como si llevara cuchillos en las manos. Sacó de su bolsillo un fajo de billetes arrugados y pagó al taxista.
- Venga, vamos -dijo Halil. Sonó a orden.
Arturo abrió la portezuela del taxi y puso el pie en una acera concurrida. La gente vestía con elegancia y salía y entraba en tiendas occidentales. Sobre todo entraba.
- Por aquí -dijo Halil que marcaba sus pectorales y sudaba. Tenía cara de malo de la película. Era el malo de la película. Las jovencitas lo miraban impresionadas por su hipotético pasado bélico y nacionalista. Las jovencitas no miraban a Arturo, pálido, imberbe y asustado.
Entraron en un callejón poco concurrido. El panorama cambió. Había fruterías, tiendas de ropa lúgubres, dependientes descompuestos contra las paredes. Y una mujer salió con el cubo de la fregona y se puso a defecar en él mostrando su culo efímero de diosa de la belleza.
- ¿Seguro que es por aqui? -preguntó Arturo deteniéndose.
- ¿No confías en mí? ¿Eh? Te gustará el sitio, es tranquilo, apartado.
- Vale.
No vale. Caminaron. Los contenedores de basura estaban llenos y algunas casas no tenían cristales o los tenían rotos y hombres con bigote se balanceaban en los balcones cerrando sus ojos. Halil se paró junto a una escalera que bajaba hacia un sótano. En la puerta había un portero con perilla que lo abrazó y que miró a Arturo con cara de pocos amigos.



1 comentario:

  1. Hola barbudo. Soy Maria Cristina Lequiere Gobernar. Cuándo regresas?

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