11 abril 2009

Halbwachs

[Fragmento]

- Pronto tú morir.
- Sí, pero sírveme otra antes -el camarero se giró, le puso algo en el vaso-. Así me gusta.
- tú único cliente.
- Ya veo.
Entonces entró un individuo con una chaqueta roída por las polillas y con una libélula en la cabeza.
- No es una libélula de verdad -dijo quitándosela de la cabeza-, es lo único que me queda de mi mujer. Una pinza.
En estos términos se presentó. El camarero le sirvió una copa y él se arrastró hacia el otro borracho.
- Oye.
- Qué.
- Sabes, soy agente secreto, ve con cuidado.
- Vaya.
- Lo digo en serio. Qué piensas, ¿que un agente secreto va bien vestido y esas cosas? Pues no, tenemos que camuflarnos.
- En serio.
- Claro. Cuéntame algo. 
- Ahora sólo vivo por la noche.
- Cómo es eso. No me gusta. 
- A mí tampoco.
- ¿Por qué lo haces?
- Soy el sueño de alguien. Cuando él duerme tengo que estar despierto y cuando él se despierta tengo que dormirme yo para soñarle -tos.
- ¿Has pensado en matarte?
- A menudo.
- Mira, como soy agente secreto te podría enseñar mi pistola -se llevó la mano al cinto. El camarero se apoyó en la barra y dijo:
- No pistolas aquí, grasias
- ¿Qué?
- Que no pistolas grasias.
- ¿Tú eres idiota o qué?
- No saber.
- Déjale, es extranjero.
- Ya veo -se giró y se rascó la cabeza.
- Soy de Madrizz -dijo.
- Ah.
- Madrizz.
- ¿Y qué?
- Pues eso -bebió un trago. Ahh, hizo después. Quedaron en silencio. 
- ¿Qué pasó con tu mujer?
- Pues qué va a pasar. Que se fue. Menuda pregunta.
- No sé.
- No sabes qué.
- Bueno, todo se va tarde o temprano.
- ¿A dónde?
- Lejos.
- ¿Qué?
- Calma sinior -dijo el camarero. El otro volvió a su taburete:
- Bueno, bueno. 
- Pues eso, que todo se pierde.
- Ya veo -jugaba con la libélula. Se la puso en el pelo.
- ¿Estoy guapo?
- Más o menos. 
- Vale.
La relatividad especial de Einstein es poesía. Él descubrió que la luz no envejece. Que un fotón tiene ahora la misma edad que tenía durante el Big Bang. Que el tiempo no pasa cuando se viaja a la velocidad de la luz.
- ¿No es inquietante?
- ¿El qué? -dijo el otro. La libélula en la cabeza, último resto de su mujer. Agente secreto.
- Nada. 
Que lo que uno dice de sí mismo siempre es poesía y, por otra parte, como en toda manifestación de la memoria, existe una verdad del sujeto que se dice en las distancias visibles entre la narración  y la realidad de los acontecimientos. Lo dijo Halbwachs. 
Pero quién coño fue Halbwachs. 




1 comentario:

ShareThis