29 marzo 2010

Hegel

Es notorio que, en una ocasión, Hegel definió a Napoleón como el alma del mundo. Sin embargo, en una carta a un amigo, le escribe, poco después: los franceses han robado y saqueado mi vivienda. En esencia eso ocurrió por culpa del mismo Napoleón, impulsor de la guerra. ¿Napoleón seguiría siendo entonces, para Hegel, y después de lo ocurrido, el alma del mundo? La respuesta es sí, y el motivo es sencillo. Porque Hegel sabía distinguir entre lo empírico y lo esencial. Y eso es, precisamente, una distinción que, ahora, se ha olvidado y ya no se sabe hacer. Hablo de ti, pero también estoy hablando de nosotros.

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