20 noviembre 2010

Mulholland Drive

Hay una escena corta en Mulholland Drive, de David Lynch, que ocurre en este teatro en el que estamos ahora donde, detrás del micrófono, una mujer está cantando (Ver vídeo). Entonces, por agotamiento u otro motivo, ella cae al suelo y, sorprendentemente, la canción continúa sonando. Luego se entiende que era un Play Back, una grabación. Pero durante los segundos en que estamos confusos nos enfrentamos a la atemorizante dimensión de un objeto parcial autónomo. Como en las célebres aventuras del gato de Alicia en el País de las Maravillas, donde el gato desaparece pero su sonrisa permanece. Algo así como notar que uno no está enteramente aquí. Lo fascinante de lo objetos parciales en el sentido de órganos sin cuerpo, es que ellos encarnan lo que Freud llamó Pulsión de muerte. Precisamos aquí tener mucho cuidado. La pulsión de muerte no es una búsqueda budista de aniquilación, "quiero encontrar la paz eterna..."; no. La pulsión de muerte es casi su opuesto. Ella representa la dimensión de aquello que, en las ficciones de terror del tipo Stephen King, llamamos la dimensión de los no-muertos, de los muertos vivos, algo que permanece vivo aún después de la muerte. Una cosa que es, de algún modo, inmortal en su propia mortalidad. Sigue adelante, insiste, no podemos destruirla. Cuanto más se la corta, más ella insiste y continúa viva. Esa dimensión de una inmortalidad diabólica es lo que caracteriza a los objetos parciales.

Slavoj Žižek, The pervert's guide to cinema

2 comentarios:

  1. La mejor escena de la peli:

    "I want a third pill"

    Mayor.

    http://www.youtube.com/watch?v=BaHTY1SEraE

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  2. Maldito Zizek. Uno debe tener muy interiorizado a Marx y hermanos para conseguir su idiolecto.

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