11 julio 2011

El don creativo según Martin Amis


No sé por qué, pero me recuerda a algunas personas que conozco o he visto por ahí. También a mí mismo en algún momento, hay que reconocerlo.




- ¡Siempre he sido creativa, John! -repitió una y otra vez, mientras yo, despiadadamente, insistía en que sólo lo era a veces, y desde hacía poco tiempo. Pero Vron me explicó que ya en la escuela sacaba buenas notas en los trabajos de tipo artístico, y que hasta fue elogiada en clase por el profesor. Como ejemplo, mencionó su talento para zurcir y su gracia para el diseño de interiores.
- Siempre supe que algún día saldría en un libro o una revista -dijo, cogiendo otra vez el Penthouse-, y ahora, John, mi sueño se ha realizado.
Abrió la revista sobre su regazo: allí estaba Vron, "Vron" a gatas, vista por detrás en un ángulo de tres cuartos, con medias, zapatos de tacón aguja y unas bragas color borgoña bajadas hasta dejar al descubierto buena parte de sus anchas caderas.
- Bellísimo -le oí decir, medio atragantado, a mi padre por encima de mi hombro.
- Mira, John -dijo Vron-, si posees el...
- El don -dijo mi padre.
- ...el don creativo, John, creo que estás obligado a..., a dar ese don a los demás, John. John. Mira esto.
Volvió la página; Vron aparecía ahora reclinada en una alfombra blanca, peluga como un gato de angora, con una pierna doblada y enganchada en el codo, y una mano muy atareada en la grieta central, con el rostro inclinado hacia arriba y adornado por una expresión de escandalizado éxtasis.
- ¿Ves todo lo que doy ahí, John? Eso era lo que me repetía Rod constantemente, John. El fotógrafo, John. Me decía a casa momento: "Dáselo, Vron, dáselo".


Dinero, Martin Amis



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