La tierra muestra a quienes valen y a quienes no sirven para nada. Opinión de un campesino citada por Jean Pierre Vernant en Mythe et Pensée Chez les Grecs. (Vol. 2, París, 1971)
Preferiría decir que no servimos para servir, o por lo menos no deberíamos.
Felicidades por tu novela. La literatura siempre me ha parecido un milagro que no tiene nada de milagroso, pues conlleva mucho esfuerzo, trabajo y constancia. Claro que si fuera, en sí, un milagro, habría unos cuantos escritores santos que al menos mantendrían el Cielo animado.
La frase que citas, a las primeras de cambio, es muy atractiva. Pero encierra cosas terribles. La frase, en realidad, es la sentencia de los débiles. Puro determinismo
Esta cita la he cogido de un libro de John Berger, Pig Land (Puerca Tierra, en Alfaguara). Es un libro de relatos sobre la vida campesina que al final incluye un pequeño ensayo que Berger justifica así: "En el siglo XIX existía una tradición según la cual los novelistas, los cuentistas e incluso los poetas ofrecían una explicación histórica de su obra, a menudo en forma de prefacio". En este caso es un epílogo histórico. Lo interesante de la cita inicial es que va acompañada de otra cita opuesta y no menos terrible que la completa. Es de Theodor Shanin (Peasants and peasant societies, 1976): "El campesinado consiste en pequeños productores agrícolas quienes, sirviéndose de unos sencillos aperos y del trabajo de sus familias, producen principalmente para su propio consumo y para el cumplimiento de sus obligaciones para con quienes detentan el poder político y económico". Lo terrible, claro, es la última parte de la cita, esas "obligaciones" a las que el campesinado nunca fue invitado. En efecto, Berger piensa en el campesinado como en una parte de la sociedad particular: "A diferencia de cualquier otra clase trabajadora y explotada, el campesinado siempre se ha sustentado a sí mismo, y esto lo convirtió, hasta cierto punto, en una clase aparte. En tanto en cuanto producía la plusvalía necesaria, se integraba en el sistema económico-cultural histórico. En tanto en cuanto se sustentaba a sí misma, se encontraba en la frontera de ese sistema." Es interesante, de nuevo, la segunda parte del extracto, que Berger desarrolla a lo largo del epílogo, es decir, comprender al campesinado como a una clase que desconoce la idea de progreso y plusvalía y que, sin embargo, ha sido obligada a a lo largo de los siglos a integrarse en su mecánica. Un libro recomendable para quién esté interesado en este asunto y también para quién quiera leer buena literatura. Espero que sea útil este añadido. ¡Saludos!
Muchas gracias Víctor. Es muy interesante. No hay ser humano más conservador que un labrador, propietario de lo que labra, arraigado a su propiedad y a sus costumbres. Sin embargo, el jornalero del campo, tembién campesino, es el ser humano más explotado de la historia. Las novelas del XIX y sobre todo las rusas, dan buen testimonio de esta doble cara. Y todavía hoy. La entrevista que Jordi Evole le hizo el domingo a Cayetano, el hijo de la duquesa de Alba, desvela que hay cosas que nunca cambian.
Ahora que pienso, ¿por qué en España el campo y sus gentes ya no son un espacio para la literatura?
de la tierra estamos tan pero tan lejos!
ResponderEliminarPreferiría decir que no servimos para servir, o por lo menos no deberíamos.
ResponderEliminarFelicidades por tu novela. La literatura siempre me ha parecido un milagro que no tiene nada de milagroso, pues conlleva mucho esfuerzo, trabajo y constancia.
Claro que si fuera, en sí, un milagro, habría unos cuantos escritores santos que al menos mantendrían el Cielo animado.
Salud!
La frase que citas, a las primeras de cambio, es muy atractiva. Pero encierra cosas terribles. La frase, en realidad, es la sentencia de los débiles. Puro determinismo
ResponderEliminarEsta cita la he cogido de un libro de John Berger, Pig Land (Puerca Tierra, en Alfaguara). Es un libro de relatos sobre la vida campesina que al final incluye un pequeño ensayo que Berger justifica así: "En el siglo XIX existía una tradición según la cual los novelistas, los cuentistas e incluso los poetas ofrecían una explicación histórica de su obra, a menudo en forma de prefacio". En este caso es un epílogo histórico. Lo interesante de la cita inicial es que va acompañada de otra cita opuesta y no menos terrible que la completa. Es de Theodor Shanin (Peasants and peasant societies, 1976): "El campesinado consiste en pequeños productores agrícolas quienes, sirviéndose de unos sencillos aperos y del trabajo de sus familias, producen principalmente para su propio consumo y para el cumplimiento de sus obligaciones para con quienes detentan el poder político y económico". Lo terrible, claro, es la última parte de la cita, esas "obligaciones" a las que el campesinado nunca fue invitado. En efecto, Berger piensa en el campesinado como en una parte de la sociedad particular: "A diferencia de cualquier otra clase trabajadora y explotada, el campesinado siempre se ha sustentado a sí mismo, y esto lo convirtió, hasta cierto punto, en una clase aparte. En tanto en cuanto producía la plusvalía necesaria, se integraba en el sistema económico-cultural histórico. En tanto en cuanto se sustentaba a sí misma, se encontraba en la frontera de ese sistema." Es interesante, de nuevo, la segunda parte del extracto, que Berger desarrolla a lo largo del epílogo, es decir, comprender al campesinado como a una clase que desconoce la idea de progreso y plusvalía y que, sin embargo, ha sido obligada a a lo largo de los siglos a integrarse en su mecánica. Un libro recomendable para quién esté interesado en este asunto y también para quién quiera leer buena literatura. Espero que sea útil este añadido. ¡Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias Víctor. Es muy interesante. No hay ser humano más conservador que un labrador, propietario de lo que labra, arraigado a su propiedad y a sus costumbres. Sin embargo, el jornalero del campo, tembién campesino, es el ser humano más explotado de la historia. Las novelas del XIX y sobre todo las rusas, dan buen testimonio de esta doble cara.
ResponderEliminarY todavía hoy. La entrevista que Jordi Evole le hizo el domingo a Cayetano, el hijo de la duquesa de Alba, desvela que hay cosas que nunca cambian.
Ahora que pienso, ¿por qué en España el campo y sus gentes ya no son un espacio para la literatura?