18 junio 2008

Viva la vida III

¿Dónde estás Julia? ¿Hija? ¿Dónde? Entro en su habitación: no hay nadie. En el salón, en la cocina, merodeo como el cazador, no hay nadie. Estoy solo, pienso. Me quito la camiseta. Me quito los pantalones. Viva la vida. Me acerco a los bonsáis. No sé qué decirles. Los acaricio, mis bonsais, yo amo todo lo arbóreo. Si fuera planta querría ser un pino, siempre verde y dispuesto a la procreación. Estoy solo en casa. ¡Por fin! Me acerco a la máquina de música. Twist and Shout. Qué feliz que soy bailando junto a mis bonsáis. El agua es lo que nos une. Que los ríos jamás dejen de correr, que los pantanos se llenen, que no deje de llover nunca, agua por todas partes, viva la vida y el verano. Meneo mi cuerpo al compás de la música. En calzoncillos bailar adquiere un matiz prehistórico, animal: soy la hiena, el buitre feliz. Pongo un disco Daft Punk, digital love, adoro el tecno, es como hacer fuego con dos piedras. Yo diré que el hombre prehistórico fue el inventor del tecno. Bailo. Desearía que los bonsais también pudieran bailar conmigo. Pero no, ya se sabe, ningún amor puede ser perfecto. Yo los quiero así, tal y como son, verdes e inmóviles. Bailo por el pasillo, sobre el sofá, en la cocina. Llego al recibidor. Estoy exaltado. Bailo con el perchero, con mis chaquetas. Ojalá la vida sólo fuera una discoteca. Viva la vida. Suena Daft Punk desde el salón. La casa se inunda de música, las paredes vibran, la lámpara titubea. Abro la puerta de casa. Salgo al rellano. No sé lo que hago, he enloquecido de pura felicidad. Le escribiré una carta al alcalde para que plante árboles en todos los rincones, soy libre como el vencejo en el aire. Meneo el esqueleto en calzoncillos por el rellano y de pronto ocurre lo imprevisto. Una corriente de aire cierra la puerta de casa. ¡No! grito. La música se apaga tras la puerta, se oye sólo a lo lejos. Estoy en el rellano, en calzoncillos. No tengo las llaves para volver a casa. Tendré que esperar a mi hija. Tengo frío. De pronto se oye un rumor de voces en el ascensor. Alguien viene. Decido esconderme espontáneamente detrás de los arbustos decorativos. Una vez más las plantas me salvan la vida. Se abre la puerta del ascensor. Aparece mi hija con un chico. Maldita sea, me digo, y me escondo más detrás de las plantas. Mi hija se detiene en medio del rellano y le da un beso de tornillo a su amigo. Yo los observo, en calzoncillos, tras las plantas. Maldita sea. Mi hija se ha echado un noviete. No lo puedo tolerar. Siento rabia. Mi hija, Julia, una sacerdotisa pura del templo de mi casa, se morrea en el rellano con un desconocido. Hay que hacer algo. Me abro paso entre las plantas decorativas, semidesnudo, como el cazador en la selva. Mi hija se asusta, su amigo también. Pongo los brazos en jarras y le digo: Julia, ¿Quién es este tipo? ¿Te parece normal, aquí, en medio del rellano, montar este espectáculo pornográfico? Julia me mira de cabo a rabo. Nunca mejor dicho. Papá, me dice, ¿por qué estás en calzoncillos? Me quedo inmóvil. Viva la sordidez. Mira, dice mi hija, te presento a mi novio, Guillermo. Guillermo me tiende la mano tímidamente. Es posible que se esté preguntando qué hago en calzoncillos en el rellano. Es necesario decir algo para restablecer mi dignidad. Pienso. Guillermo, le digo, debes saber una cosa de este mundo. Sólo una. Pregúntate por qué no nos parecemos más a los árboles. Por qué no dejamos que el viento y la lluvia nos golpee. Pregúntatelo. Al fin y al cabo hay algo extrañamente puro en los árboles, para ellos nunca fue necesario vestirse. Dime quién asesinó al corazón humano y yo te diré dónde lo ahorcaron. Los tres nos quedamos callados, el calor al punto se disipa, y la vida se pierde entre las auras. Viva la sordidez.

Red Hot Chili Peppers - Scar tissue

4 comentarios:

  1. Leo a Bürger y Wall; miro por la ventana. Unos operarios del ayuntamiento están podando los árboles. Sus ramas, dicen, son excesivas e impiden el crecimiento normal; son asquerosas, dirían los teóricos de arte. «lo asqueroso consiste en un surplus de vida, en una vitalidad orgánica exagerada y anormal que se dilata y se propaga, más allá de cualquier límite y de cualquier forma y se ramifica [...]. La vida en sí no es asquerosa, sino su obstinación en permanecer y extenderse allí donde debiera rendirse y cesar; lo asqueroso es, precisamente, la pretensión de lo vital de dilatarse a ultranza». Ello no impide, sin embargo, que la pérdida no duela. También los árboles tienen derecho a ser asquerosos; a lo abyecto.
    Busco "Tala" y no lo encuentro. Espero que no te hayas pasado con la poda y haya desaparecido.
    Pi.

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  2. Eh, eh, eh, no jugemos con el tema de la tala, que se me ponen los pelos como Scarpas.

    Enhorabuena, tíos, tenéis que convertir a la banda en la banda sonora de una road movie e ir de pueblo en pueblo borrachos de coñac dejando a los títeres sin cabeza. Las mujeres se harían agua y los niños correrían detrás de vuestra furgoneta

    Ale... hop!

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