18 noviembre 2008

Ha muerto el pajarito de mi amada

[No fragmento]

Llorad, ¡Oh Venus y Cupidos!, y vosotros, cuantos hombres hay sensibles al amor. El pájaro de mi niña ha muerto.
Catulo


Hoy cumplo dos años con mi novia. O quizá son tres; no tengo ni idea, con sus vergonzosas noches de amor sin deseo, o de deseo sin amor. Ella está sentada en el sofá, yo miro la tele desapasionadamente. Japoneses deformes aparecen en la imagen, sin boca, sin ojos, sin bocas ni ojos, sin bocas ni ojos ni mandíbulas; sin cara; mi novia me abraza. Te quiero, me dice. La miro, le enseño los dientes, sigo mirando la tele. Detrás, nuestro pajarito canta en su jaula, es primavera, o quizá sea invierno; te quiero, repite mi novia: le enseño los dientes otra vez, sigo mirando la tele. ¡No me quieres!, grita. Sí que te quiero, churrito de mi corazón, le digo, pero es mentira, ¡Es mentira!. Ella se levanta y me informa de que le va a dar de comer al pájaro, el único ser en el mundo que aún la quiere. No contesto. Coge el pienso para el pajarito y abre la jaula. Los miro, a ellos dos, pájaro y mujer, el marco ideal para el amor, como el que venden o alquilan en los quioscos. Toma pajarito mío un poco de pienso para que engordes y seas un rollizo macho penetrador, dice mi novia acercándo su mano llena de pienso al pico del animal. El pájaro no se mueve. Toma tu comida, dice mi novia, ¿No quieres comer? El pájaro no se mueve. Está sobre la barra, quieto; me mira desesperado con sus ojos de goma. Toma un poco de comida, dice mi novia, toma, toma, le acerca la mano al pico. Hay un silencio suspendido, los japoneses deformes siguen apareciendo en la televisión, sin bocas ni cuellos, sin brazos, piernas. ¡Come, maldito pájaro bastardo!, grita de pronto mi novia. Me sobresalto. Pero el pájaro no quiere comer ¡Nadie me quiere!, grita ella: ni el pájaro, ni tu, ¡nadie!
Es cierto, nadie te quiere,pienso. No se puede hacer nada. Estamos todos acabados. Así no puede ser el amor, hecho de jaulas y montones de pienso en la mano, así no puede ser. No queremos comer de tu mano, no queremos comer de tu: de pronto el pájaro, que estaba tan tranquilo en su barra, cae bruscamente hacia el fondo de la jaula:
plof.
Mi novia grita ¡Dios mío!, ¡Se ha muerto!, ¡Le ha dado un infarto! Se gira hacia mí y me mira con los ojos acuosos. Apago la tele. Nadie te quiere. Me levanto. Me acerco a la jaula. El pájaro está quieto en el fondo: no parece respirar. ¡Sálvalo!, me grita ella al oído, ¡Por Dios, sálvalo! La situación es tensa. Es el desastre. Hoy cumplimos dos años; o quizá sean tres, he perdido la cuenta. ¡Salvalo!, repite ella agónicamente. Me acerco al aparador de las bebidas alcohólicas. Cojo la Ginebra. Me acerco a la jaula. Mi novia me mira desde una esquina del salón. Llora. Dejo caer un buen chorro la ginebra sobre el pájaro y entonces su cuerpo se agita, abre los ojos, resucita. ¡Lo has salvado!, grita mi novia, fulgurante, y atraviesa el salón corriendo con los brazos abiertos, hacia mí. Quiere besarme.
Desastre.
El pájaro se tambalea en la jaula, resucitado y borracho. Mi novia se acerca hacia mí, feliz, ya con la boca abierta, monstruosa caverna de dientes y saliva. Su cuerpo está casi sobre mí. Su beso se acerca. Ya me está tocando la cara con sus manos arrugadas y rollizas. ¡Fuego! ¡Dispara contra mí! Debo evitar, como sea, ese beso fatídico.
Pero cuando ella está a punto de imprimir sus espantosos labios contra mi cara, el pájaro enloquece, entra en un estado convulsivo. Tiembla, rebota, empieza a volar como un loco por la jaula y sale disparado de ella. Lo veo surcar los cielos en su último esplendor de criatura volátil, la última combustión, venga ya, y atraviesa el salón con un sonido sordo, como de bala al chocar contra el músculo, y entra en la boca de mi amada justo en el momento en que ella me va a besar. El pájaro clava su pico en su garganta, ggghh, y ella abre los ojos desmesuradamente y me mira con el pájaro en la boca y hoy, justo hoy, es nuestro aniversario. Dos años de mierda, o tres años de mierda, no lo recuerdo. El último instante de nuestro amor resulta ser el más bello: yo con una botella de ginebra en la mano, y mi novia con un pájaro muerto en la boca. No hay imagen más clara para expresar que entre nosotros dos todo ha terminado. Que las películas acaben bien, no me gusta. Que las mañanas carezcan de convulsión, no me gusta. Me gustan, en cambio, los lagos de gasolina, los abrelatas oxidados con los que iniciar las hemorragias y que al final, de alguna manera, todos mueran, excepto yo.



Love of Lesbian - Mi primera combustión

1 comentario:

  1. Me gusta mucho lo que escribes, te sigo hace ya un tiempo gracias al blog de Nano y a que es amigo mío y alguna vez me ha hablado de ti. Eres jodidamente bueno, sigue así y mucha suerte con esa novela que te traes entre manos. Y arriba Love of Lesbian!!!!

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