25 marzo 2010

Lisboa

Esta tarde asistí como oyente a un congreso sobre cine y poesía portuguesa. Alguno de los ponentes leyó su comunicación en portugués. Para facilitar la comprensión de los que no hablamos esa lengua, el congreso se desarrollaba en la facultad de traducción y había dos jóvenes estudiantes que se encargaron de la traducción simultánea. Por desgracia, eran demasiado inexpertas o demasiados jóvenes y apenas podían doblar con acierto las palabras de los ponentes. Se detenían, se confundían, construían frases raras. He aquí el poema que ellas mismas, en su confusión semántico-sintáctica, me han dictado por el auricular.

El amor de los niños absurdos,
la compulsión de la deambulación y la calle para el horizonte,
el alegre andante, porque Lisboa es una aventura
y el trazo es el primer paso del viaje.

3 comentarios:

  1. Absurdo, pero podría ser tan hermoso como Lisboa. Decadente, enigmática, melancólica... Tengo ganas de sentarme en la Brasileira a tomarme un café con la escultura de Pessoa mirandome sin luz. Me gusta Lisboa. Y el portugués, tan parecido a una de mis lenguas. Y el Chiado. Y el fado. Y la ensalada de frutas con vinho de Madeira.

    Y me gusta que hayas ido a un congreso de cine y literatura portuguesa y que hables de Lisboa en este post.

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  2. Eres muy afortunado, Víctor.
    Eso de ir a un congreso (sea de lo que sea), y sacar algo de provecho es muy bueno... Y qué mejor que un poema como ese que nos regalas.

    Me gusta lo que escribes. Y me gustas tú. (Por fin un hombre que no se depila el pecho!!!).

    Sara.

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