Neutralidad en el año nuevo

Toda ontología supone la fisiología que la precede

Michel Onfray

Yo morí a la edad de quince años, expulsado de mi casa y viéndome obligado a sobrevivir de cualquier manera en el mundo. No tengo amigos. Lo mido por el número de personas que me felicitaron en fin de año. Dos. Ni siquiera amigas mías. Pero también hay amigos que piensan en ti antes de irse a dormir y no te escriben y en verdad esos son los verdaderos. Calculo que de esta clase de amigos tengo unos 6 en activo y otros 6 en pasivo, estos últimos desvencijados ya por el tiempo y sus calumnias. Mujeres ha habido bastantes. 

No sé. Supongo que fumo demasiado. Antes no era así. Y porque fumo siempre quiero que haya más mujeres, y a veces hombres, toda clase de labios. La relación es clara. Por cada cigarrillo que he fumado exijo diez besos. Si no los recibo huelo a tabaco. Si, en cambio, los recibo, mis bigotes se perfuman y huelen a veces a colonia o a magnolias (depende de quién me besa). Procuro mantener el equilibrio justo. Demasiados cigarrillos es la muerte -y yo ya estoy muerto-, demasiados besos es la vida -y yo ya estoy vivo. Busco un equilibrio igual a cero. Por lo demás, yo no le exijo verdad al cero, sólo belleza. Otra cosa no me interesa.