28 noviembre 2008

Cabo Sounion I

[Fragmento HA 2a,1]

Era el último día de su viaje por Grecia. Al día siguiente regresaban a España. Aquel día habían decidido visitar el cabo Sounion, donde, en la cima, se alza un templo dedicado al dios Poseidón. Los griegos dicen, orgullosos, que desde el cabo Sounion se ven las puestas de sol más bellas. Especialmente rojas, sangrientas y llenas de voces; voces antiguas y modernas, revueltas, tan densas que forman nubes. En cabo Sounion se oye ruido de coches a lo lejos, pero también podrían ser caballos o pies desnudos, caminando. Todas las épocas conviven allí.
Guillermo y Arturo llegaron al recinto arqueológico en autobús. Como aún quedaban algunas horas para la puesta de sol, decidieron ir a dar una vuelta por los alrededores. Un camarero del bar del templo (no faltaba el vino en aquel bar) les dijo que, en una colina contigua al templo, había una tumba dedicada a Egeo, el padre de Teseo. Según cuenta el mito, Teseo había ido a Creta a combatir contra el Minotauro. Había acordado con su padre que, a su regreso, izaría las velas blancas de su barco si vencía al Minotauro. En cambio, si fracasaba y moría, se debían mantener las velas negras. Venció al Minotauro y al embarcarse para volver a casa olvidó izar las velas blancas. Su padre vio llegar desde aquella colina el barco con las velas negras y creyó que su hijo había muerto. Desesperado, se arrojó por el acantilado y murió. Desde entonces el mar de Grecia oriental se llama mar Egeo. Esta historia adquiriría para Guillermo y Arturo, unas horas más tarde, un significado especial. Cuando subieron la colina para ver la tumba, vieron algo poco parecido a una tumba antigua: era un monolito de cemento armado, sin inscripciones, destruido en su base por el viento y la lluvia y rodeado de matorrales secos. Seguramente era más moderno que los mismos matorrales secos. Cerca, bajando hacia el mar, había otro recinto arqueológico. Se trataba de un templo dedicado a la diosa Atenea, la de ojos de lechuza. Pero de él quedaba sólo la base, ni siquiera un solo fragmento de columna se sostenía en pie. No aparecía en la guía turística. Había sido olvidado; nadie cobraba entrada para visitarlo.
Detrás, bajando por un sendero, había una playa rocosa. Decidieron bañarse en espera de la puesta de sol. En la playa les acompañaban, por una parte, un grupo de tres nudistas coronado por una especie de Tarzán barbudo y musculoso que ejercitaba su cuerpo contra las rocas; y por otra parte, unas chicas japonesas que, completamente vestidas y tapadas, tocaban el agua con la punta de los dedos. Tras el baño y cuando el sol empezaba a declinar, Guillermo y Arturo decidieron regresar al templo.  Sin embargo, Guillermo decidió subir dando un rodeo por las rocas. Arturo regresó por el camino normal. Esperaría a Guillermo arriba; así lo habían acordado. Esa era una de las diferencias fundamentales entre Guillermo y Arturo: uno caminaba por los acantilados y el otro por los senderos transitados. 
Arturo subió hasta el bar del templo y allí estuvo esperando media hora. Bebió una botella de agua fría y se sintió viejo, tan viejo como una piedra, una moneda romana, griega, egipcia, babilónica; cada vez más viejo y el viento soplaba y el cielo se volvía naranja. Después llegó Guillermo y dijo:
- Vamos a ver la puesta de sol.
Entraron en la zona del templo de Poseidón. El mar se extendía inmóvil y el cielo caía sobre él, oscureciéndose y confundiéndose ambos. Dieron una vuelta alrededor del templo. Arturo tomó algunas fotos. Guillermo lo seguía, tenso. Se sentaron en una roca. 
- He visto a un muerto -dijo Guillermo.
- ¿Qué?
- Entre las rocas. Un muerto.
- ¿Lo dices en serio? -preguntó Arturo muy serio y de golpe estallando en una carcajada. Guillermo lo miró y también se rió. Luego calló de pronto y dijo:
- En serio. Allí abajo hay un muerto.
Arturo dejó de reir.
- ¿Cómo de muerto? -preguntó.
- Muy muerto. La cabeza está separada del cuerpo.
- ¿Separada? Qué dices; venga, no bromees con estas cosas.
- No es una broma. He tocado la cabeza. Olía todo muy mal.
- ¿Pero qué estás diciendo? ¿Te has vuelto loco?
- ¡Que sí! Quiero decir: no, no estoy loco. Pero tenemos que avisar a alguien, no podemos dejarlo allí.
- Espera, espera -dijo Arturo-. ¿Hablas en serio?
- Sí. Hay un cadáver entre las rocas. Yo lo he tocado.
Hubo un silencio. Arturo removía con el pie la arena del suelo formando pequeños círculos y formas geométricas. Pensaba.
- No podemos avisar -dijo-. ¿No ves que nos meteremos en un lío y perderemos el último autobús? ¿Dónde dormiremos?
- Menuda idiotez. ¡Eso es lo de menos! No podemos dejar a ese cadáver allí.
- Pero nos interrogarán. ¡Nos preguntarán cosas!
- Tengo que avisar a los del bar -dijo Guillermo y se puso de pie y empezó a caminar.
- ¡No! ¡Espera! -gritó Arturo-. Pensémoslo bien
- ¿Pensar el qué? ¿Es que no te das cuenta? Quizá haya genta buscando a esa persona. ¡No podemos irnos sin más!
- Espera.
- Si quieres márchate, pero yo me quedo aquí. Voy a avisar a los del bar.
- Espera, joder -Arturo lo cogió por el brazo y Guillermo se detuvo-, espera. Piensa en lo que ocurrirá si decimos algo. Vendrá la policía y no nos dejarán marchar; nos interrogarán... Mañana tenemos que regresar a España.
- ¿Qué dices? Nosotros no lo hemos matado. ¿Qué culpa podemos tener?
- Pero no podemos quedarnos. Si lo hacemos, perderemos el avión y no podremos volver.
- Basta ya. ¿No te das cuenta de lo que estás diciendo? ¡Es una persona, joder! Alguien que antes estaba vivo y ahora ya no está vivo.
- ¿Y si creen que lo hemos matado nosotros?
Arturo estaba nervioso. No sabía lo que decía. Sujetaba con fuerza a Guillermo pero él tensó los músculos y empezó a caminar hacia el bar. Los otros turistas los miraban y no entendían nada; hay cosas para las que uno siempre es extranjero. Arturo empujó a Guillermo hacia un lado y consiguió detenerlo junto a un pedazo de columna caído. 
(...continúa en II)


Dntel - Umbrella

2 comentarios:

  1. Me has dejado con la lengua fuera... y esperando ansiosamente el siguiente capítulo. Besotes, M.

    ResponderEliminar
  2. Aun permanezco aturdudido por tu súbita y poderosa tercera persona, que cabrón, es obvio que ya no esperaba nada ayer noche, me gustó mucho la crítica, no se si soy yo, pero me diste de mi propia medicinia, en fin, we'll talk.

    ResponderEliminar

ShareThis